DIEZ MANDAMIENTOS PARA ESCRIBIR UNA NOVELA
por Elia Giner
¡Hola! Cuando me pidieron que escribiese un artículo para el blog relacionado con la escritura, le di muchas vueltas y… finalmente decidí hacer un resumen de los principales “mandamientos” que debe tener en cuenta todo escritor al enfrentarse a la página en blanco para escribir una novela. ¿Por qué? Porque echando la vista atrás, me hubiese sido muy útil que alguien me los hubiese contado así, seguiditos, cuando empecé a escribir, hace unos diez años… (me hubiese ahorrado algún que otro error, ¡ja, ja!). Antes de nada, aclarar que estos “mandamientos” no son míos. No todos, al menos. Son un remix de las mil cosas que he ido leyendo sobre el oficio de escribir en los casi diez años que llevo haciéndolo y algún consejo extraído de “Mientras escribo”, el fantástico libro de Stephen King sobre el arte de la escritura. Y una vez aclarado esto… ¡aquí van!
Primer mandamiento: Lee, lee y lee. Nunca dejes de leer.
La lectura es el alimento de la escritura: jamás serás buen escritor si no lees regularmente y con pasión.
Segundo mandamiento: Escribe, escribe y escribe. Nunca dejes de escribir.
Si tienes el sueño de escribir, sé consecuente con él. Todo en esta vida es aprendizaje, incluso para aquellos que tienen una habilidad especial para la escritura. La meta se alcanza poniendo un pie delante de otro y en este caso, ¡esos pies son palabras!
Tercer mandamiento: Honrarás tus horarios de escritura.
No pienses que las musas vendrán una noche a inspirarte para que escribas tu opera prima de corrido. ¡Ojalá! Sería bonito (y muy práctico, la verdad), pero la realidad es bien distinta… Tienes que establecer un rato al día en el que tu única tarea sea escribir. ¿Que tienes mucho trabajo y solo puedes sacar media hora al día? Pues media hora. ¿Qué puedes sacar una hora? Pues una hora. Lo que sea, pero que sea todos los días. Las musas vendrán, sí, pero deben encontrarte al pie del cañón. A falta de mejor manera de expresarlo, voy a copiar y pegar las palabras exactas de Stephen King al respecto (con las que yo me identifico cien por cien): “Si no escribo a diario, empiezan a ponérseme rancios los personajes, con el resultado de que ya no parecen gente real, sino eso, personajes. Empieza a oxidarse el filo narrativo del escritor, y yo a perder el control del argumento y el ritmo de la narración”.
Cuarto mandamiento: Descompondrás tu Gran Objetivo en subobjetivos más pequeños.
Escribir una novela es un objetivo inmenso. Has de marcarte objetivos semanales más pequeños. Dos mil palabras por semana. O tres mil. O diez mil. El número dependerá de la cantidad de tiempo que puedas dedicarle. Así, cuando veas que vas cumpliendo tus subobjetivos, sabrás que tu sueño está más cerca de verse cumplido y evitarás desanimarte.
Quinto mandamiento: ¡Por favor, verosimilitud!
Cuando escribimos, es muy importante que lo que contamos sea creíble. Esta condición es independiente de lo fantástica que sea la historia. Un buen escritor ha de ser capaz de narrar sobre mundos inventados con espejos mágicos que te llevan a otras dimensiones y dragones que surcan el cielo, y hacer creer a los lectores que es cierto.
Sexto mandamiento: ¡No seas farragoso!
Utilizar un lenguaje rimbombante no es sinónimo de grandeza intelectual, igual que un lenguaje llano no denota falta de seso o conocimiento. Como dice Stephen King, “poner al vocabulario de tiros largos, buscando palabras complicadas por vergüenza de usar las normales, es de lo peor que se le puede hacer al estilo”.
Séptimo mandamiento: desconfía de los adverbios acabados en “mente”.
El uso excesivo de adverbios nos dice, según Stephen King, que el autor tiene miedo de no expresarse con claridad y de no transmitir la imagen que tenía en la cabeza. “Los adverbios son como el diente de león” —explica en su libro— “Uno en el césped tiene gracia, queda bonito pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta… y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped completamente, avasalladoramente cubierto de diente de león”. Tras mucho leer, he llegado a la conclusión de que este consejo es muy cierto: el excesivo uso de adverbios ralentiza la narración y muchas veces describe de forma artificial lo que debería haberse “mostrado” a través de las acciones o diálogos de los personajes.
Octavo mandamiento: Dosifica las descripciones.
El primer paso de la descripción es la visualización de lo que quieres hacer vivir al lector, y el último, trasladar a la página lo que ves en tu cabeza. Una descripción insuficiente deja al lector perplejo y miope. Por contra, el exceso de descripción lo abruma con detalles e imágenes. El truco es encontrar un buen punto medio. También es importante saber qué describir y qué descartar en el proceso principal, que es contar una historia de forma ágil y amena. Dosificando las descripciones conseguiremos el ideal: que la descripción arranque en la imaginación del escritor, pero acabe en la del lector.
Noveno mandamiento: Escribe diálogos vivos.
Huye de diálogos forzados y de cartón. “Cuando el diálogo es bueno, el lector se da cuenta” —dice Stephen King— “Cuando es malo, también, porque irrita al oído como un instrumento desafinado”. ¡Me encanta la comparación, ja, ja! Personalmente creo que la clave de escribir diálogos buenos, como en muchos otros aspectos de la narrativa, es la sinceridad. Decir la verdad es fundamental para que el diálogo no “chirríe”, para que posea la resonancia y el realismo que el lector espera.
Décimo mandamiento: En una novela, lo que no suma, resta.
Fuera escenas que no dan sentido a la historia, fuera descripciones excesivas y grandilocuentes que no tienen cabida, fuera datos irrelevantes que dan pesadez a la trama. Cuando revises tu escrito, suprime aquellas partes que no aparten nada en absoluto a la historia. Como dice Stephen King, “el efecto de una poda sensata es inmediato, y a menudo asombroso: un viagra literario”. Ya sé que es difícil, lo sé… (¿qué me vas a contar?). Cuando has escrito tanto, desechar algunas partes resulta difícil. Estás tan satisfecho con tu esfuerzo que todo te parece adecuado, pero no hay que engañarse… Del primer borrador, seguro que hay partes que sobran. Así que una vez hayas acabado tu novela, déjala dormir un tiempo, toma distancia y… ¡a podar se ha dicho!
¿Quién soy?
Me llamo Elia Giner y escribo novela juvenil. Mi afición por la lectura empezó desde que era pequeña. Lectora voraz desde que tuve mi primer contacto con un libro, mi infancia y mi adolescencia han estado llenas de libros.
¿Por qué escribo?
Escribo porque me encanta imaginar historias, personajes, situaciones, diálogos, y plasmarlos sobre el papel. Me encanta crear, inventar y soñar despierta. Es algo natural en mí. Diría más… ¡no lo puedo evitar!
Echa un vistazo a su novela Reflejos: ¿Te atreves a mirarte?